Este texto acompaña a la exposición Capricci en la Galería de César Sastre de Sevilla abierta hasta el 15 de Marzo de 2019:
La presente muestra “Capricci” puede ser juzgada como intranscendente o banal y, aunque no lo parezca, es toda una declaración de intenciones. Puede entenderse como la enésima resurrección de l´Art pour l´ Art; ya saben, lo de la torre de marfil y todo eso. El mensaje aquí es que no hay mensaje.
Fatigado por la tiranía de los titulares, donde ya no se concibe un producto cultural que no se deba a alguno de los temas candentes de la actualidad, llámese inmigración, capitalismo, lucha de género, conflictos religiosos, globalización... ¿Qué le espera al que no se pliegue al dictamen de la ineludible e inaplazable solidaridad, al combate en la obligada trinchera reivindicativa? Seguramente el silencio, la indiferencia, la incomprensión y el desprecio bien merecido. Entonces, automáticamente, es usted un reaccionario, un esteta decadente y sus propuestas, decorativismo vacuo para interiores.
!Ahora que ya nos estábamos acostumbrando a un arte independizado de la estética, premeditadamente feo, pero ojo, con conciencia social!. Ahora, a deshoras, de nuevo,... estos bibelots, estas piruletas de feria... ¿para qué? ¿A quién le puede interesar esto? ¿Con qué fin?
La pintura es, como la música, un recurso autónomo que puede sustentarse sin un relato, sin una excusa, sin una anécdota; porque sí. La Literatura, en cambio, cuyo medio es el lenguaje y éste consiste básicamente en transmisión de ideas, le estará siempre vedada la creación o experimentación radicalmente pura, pues ha de estar controlada necesariamente por el discurso lógico. No es posible extenderse uno mucho sin comunicar absolutamente nada. Aunque ha habido numerosos ensayos de poemas fónicos con los dadaistas, se asimilan como una curiosidad, pero no son consumidos como literatura, son una mera excentricidad, un experimento que solo sirve como motivo de estudio en la historiografía de las vanguardias.
¿Hasta cuándo la pintura va a estar sometida al vasallaje del relato, ficticio o real? ¿Por qué su papel se reduce al de ilustración, imagen fija del suceso, precaria muleta suplementaria a las insuficiencias o limitaciones del lenguaje? No toda la realidad es traducible o transcribible a palabras. Una pieza musical no puede ser transcrita o relatada en palabras. Un fenómeno físico, metereológico por ejemplo, no puede ser descrito sino desde un punto de vista subjetivo, desde la experiencia directa del que lo experimenta. Es decir, aunque el lenguaje humano es una herramienta extraordinaria para aprehender una parte importante de lo que conocemos como “el mundo real”, es, sin embargo, un medio limitado como ilimitada y compleja la experiencia sensorial. La música como la pintura nos adentra en otra realidad paralela a ésta, autónoma, inaudita y caprichosa. Todo lo inconsistente que ustedes quieran, pura fantasmagoría, pero que duda cabe, enriquece nuestra experiencia sensorial e invita a la suspensión temporal de la consciencia. ¿No es acaso un escape?. Escape de la realidad, aunque dicha huída es tal vez un encuentro con lo real, pero desde el otro lado del espejo. El arte ha de ser, elaboración, manipulación, cocina; en ningún caso, se ha de consumir en estado crudo. Cruda es ya la realidad, y para ese viaje, no hacen falta alforjas.
Si tuviera que adjetivar con una palabra el fenómeno artístico, eligiría extraordinario, o inaudito...es decir, todo lo que se sale de lo común, lo que no se adapta a las categorías de lo real. La experiencia artística debe ser siempre una excepción, una anomalía, un paréntesis, una pausa, una fuga.
Estos “Capricci” o caprichos es una heteregénea agrupación de composiciones realizadas en los últimos años en torno al juego y la invención. Los inspiran únicamente el gusto por la experimentación y la fantasía, y se rigen tan sólo por la regla suprema del azar. Los ingredientes del estofado son los propios de la pintura: la geometría, el plano, la línea, el espacio virtual o imaginario, la materia pictórica líquida o viscosa en libertad, la cándida ficción tridimensional, el color como sujeto propio, la ilusión del movimiento en la estaticidad intríseca de la imagen fija.Todo para los ojos; pero que necesariamente precisan el amparo de la razón; aunque convenimos que el objetivo último sea el dislate o la sinrazón. En cualquier caso, les alerto de ausencia absoluta de motivación social o motor político alguno en este trabajo. Los títulos, no son orientativos, sino desorientativos. Vienen sugeridos por la imagen, a posteriori, sin relación alguna con ella. Algunos títulos provienen de personajes de la Comedia del arte italiana. Es un homenaje al género y un guiño. En la Comedia del arte sabemos de antemano el final: los amantes a pesar de la férrea oposición de sus progenitores se saldrán con la suya, pero ignoramos en todo momento el desarrollo, las intrigas, los embustes. No importa el qué, sino el cómo.
En éste mi último trabajo, se trata de pintura concreta en toda su acepción, pero sin descartar al mismo tiempo la vocación ilusionista, el trompe l´oeil. Al fin y al cabo, todo en pintura es representación espacial y puesta en escena. El espectador ante un Rothko no ve manchas de colores, sino espacios indefinidos coloreados, flotando en una particular atmósfera. Ve un paisaje místico. Es decir, el ojo no se detiene en la superficie de la tela, la traspasa y fantasea espacios inexistentes o imposibles. La pintura es siempre una fata morgana; así es hasta en la pintura más concreta o matérica, a pesar de los vanos intentos del artista para que el espectador se detenga en la superficie del cuadro y lo aprecie sólo en su cualidad objetual o física y no como la ventana virtual que es siempre.
Estas obras de pequeño formato son escenarios lúdicos, desdramatizados, animados de juegos visuales, son sólo un pasatiempo inócuo. Es además una experiencia íntima, sin compromisos ni consecuencias. Hay encantamiento, y distancia también. En algunas obras, permanece el lino crudo al descubierto, sin imprimación, rompiendo la ilusión de la representación, tal vez un “memento mori”.
Nada de mensaje oculto y nada de compromiso ético. De cualquier forma, arribamos, al final, “unos” -los comprometidos y “otros”, -los escapistas, al mismo penoso y temido escenario: mediante la materialización o puesta en escena de ocurrencias varias, pretendemos desmentir lo que ustedes ya sospechan: la absoluta inutilidad e intrascendencia de la creación artística. Es el viejo leitmotiv del arte, llámese impotencia, fracaso o melancolía. Honestamente, servidor, sólo pretende hacerles pasar un buen rato.
Pedro Mora Frutos
Berlin, 2019